Año de la Fe y religiosidad popular

[Sebastià Taltavull] El fenómeno de la religiosidad popular presenta un escenario muy variado y es digno de ser tenido en consideración. Incluye todas las edades y capas sociales y, si en muchos casos es manifestación sincera de unas raíces religiosas en el corazón del pueblo, en algunos otros podría ser síntoma de una cierta crisis de identidad [...]

[Sebastià Taltavull]

El fenómeno de la religiosidad popular presenta un escenario muy variado y es digno de ser tenido en consideración. Incluye todas las edades y capas sociales y, si en muchos casos es manifestación sincera de unas raíces religiosas en el corazón del pueblo, en algunos otros podría ser síntoma de una cierta crisis de identidad cristiana. A pesar de que no se pone en duda una rectitud religiosa de intención, eso no significa que este fenómeno también tenga que ver con la ausencia de una auténtica evangelización.

Sin embargo, como signo de los tiempos que es, el incremento de la religiosad popular nos abre los ojos a un fenómeno ante el que debemos situarnos con respeto, dialogar, profundizar críticamente sus causas y preveer las consecuencias que, tanto en sus elementos positivos como ambiguos, tienen. Si, por una parte, como realidad que vive la gente, estamos ante un espacio de encuentro que da la posibilidad de conectar con los valores y sentimientos del pueblo, por otra, puede abrirse un nuevo escenario de evangelización, de nueva evangelización, siempre y cuando no se opte por dimensiones parciales y no se olvide el necesario proceso de crecimiento cristiano, vivido en comunión de Iglesia.

La clave de interpretación radica en la persona de Jesús, en el conocimiento progresivo del Evangelio y en la vivencia de fraternidad eclesial en una comunidad de fe. Jesús atiende a la persona concreta, la acoge, le ayuda a crecer, valora sus buenas acciones y costumbres, la transforma poniéndola en relación con Dios Padre que es todo amor. Siguiendo la exigencia de los profetas, sin embargo, no tolera en nombre de Dios un pueblo que le honora con los labios y que mantiene lejos de él su corazón; por eso, propone hacer la voluntad del Padre liberando a la persona de cualquier expresión ambigua.

Jesús, a pesar de que trató a las personas con extrema delicadeza y amor, jamás ofreció una propuesta fácil o rebajada: siempre pidió la conversión del corazón y dijo: «Lo que Dios espera de vosotros es que creáis en aquél que él ha enviado» (Jn 6,29).

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona

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