Al servicio de la vida
Las Siervas de la Pasión acogen a familias monoparentales, formadas por una madre con un niño de hasta 3 años, para que consigan la autonomía personal necesaria para rehacer su vida

La sonrisa es el motor de la vida. Y sino que se lo pregunten a las siete madres que conviven con las Siervas de la Pasión en el barrio del Guinardó: “Cuando yo llegué a este hogar no tenía una sonrisa y ahora la tengo”, admite Andrea (nombre ficticio) riendo. No es la única, Irene (nombre ficticio) también está muy agradecida a las Hermanas, que han cambiado su vida: “Me han abierto los ojos al mundo real, me han ayudado a olvidar mi vida pasada y a recuperarme. Antes tenía miedo de afrontar la vida o de pensar qué pasaría con mi hija en el futuro, pero ahora sé que mi futuro es brillante y puedo sonreír”.
Las Siervas de la Pasión son una congregación religiosa que vela, principalmente, por el derecho a la vida. Ese es el carisma que les transmitió su fundadora, Teresa Gallifa, actualmente en proceso de beatificación: ofrecer a madres e hijos unas condiciones de vida dignas en un entorno de convivencia que posibilite su desarrollo personal. Y lo hacen, en Barcelona, a través de la “Llar Santa Isabel i Residència Mare Teresa”, un hogar con capacidad para 17 familias monoparentales. La tarea de las cuatro religiosas que forman parte del Programa Maternoinfantil en Barcelona, es escuchar a las madres, hablar con ellas, acompañarlas y asesorarlas en su proceso: “¿Que si me conocen? Tanto como a su madre. Nuestra convivencia 24 horas nos lleva a un trato de familia. Saben que aquí nunca van a estar totalmente solas. Nos tendrán siempre a nosotras”, explica la Hermana Dolores García, Responsable del Programa Maternoinfantil.
Ayuda extra
Las cuatro hermanas siervas no trabajan solas: una educadora social y una trabajadora social actúan de puente entre la gestión de recursos y las mamás. Estas profesionales trabajan, de forma coordinada, con servicios sociales y con otras instituciones o recursos que participan en el proceso de las familias: reciben y acogen a la familia, revisan informes, personalizan un plan de trabajo para cada familia y consensuan acciones, participación y proceso. “La dinámica es muy familiar, facilitando la creación de vínculos”, espeta Lourdes Bes, la trabajadora social. Para acceder a este recurso, es necesario que las chicas, sin recursos, sean mayores de edad y que estén embarazadas o que tengan un niño/a entre 0 y 3 años. En la “Llar Santa Isabel i Residència Mare Teresa”, las familias están aproximadamente entre año, año y medio, y son acompañadas en su proceso y orientadas para una salida del Programa Maternoinfantil de la forma más positiva, digna, y autónoma posible.
Esta es la tarea más social y visible de las Siervas de la Pasión aunque también dan un servicio a las familias del barrio ya que dirigen una guardería privada: “Últimamente han bajado las inscripciones por la disminución de la natalidad y por la oferta de plaza pública en la zona”. Gracias a los donativos de familias del barrio que conocen el Programa, del Banco de Alimentos y de la solidaridad de empresas e instituciones, las Siervas de la Pasión pueden poner en práctica su carisma con familias monoparentales sin recursos.
¿Qué es la familia?
Con el Sínodo de la Familia, el papa Francisco animó a la Iglesia a abrir sus puertas a nuevos modelos de familia. Pero las Siervas ya venían haciéndolo desde sus inicios: “Si la sociedad cambia, nos debemos adaptar y respetar a los diferentes tipos de familias que surjan. Nosotras no rechazamos a nadie: antes que la situación familiar está la persona”, resume la Hna. Dolores.
La familia, al fin y al cabo, es un concepto diferente para cada persona: “Para mí la familia no es la que te viene dada por la sangre: es la gente que está unida con cariño y amor y se ayuda mutuamente”, la define Andrea, de Kenia, que gracias a las religiosas, ha conseguido arrancarse todo el miedo que tenía de que su pareja le arrebatara a su hijo. Irene, de Filipinas, opina lo mismo: “Familia es aquellos que se apoyan unos a otros”. Para ambas, Dios forma parte de su familia.
Misericordia antes, ahora y siempre
El Señor está muy presente en el día a día del hogar. Las Hermanas, cuyos horarios de oración son sagrados salvo alguna urgencia, siempre intentan transmitir su fe a las residentes. “Como institución, y a pesar de respetar todas las ideologías, ofrecemos el bautismo a todos los niños. La cena es el momento central del día donde nos reunimos las Hermanas y las madres. Aprovechando que estamos juntas, se bendice la mesa leyendo un versículo de la Biblia, haciendo partícipe a las madres del Amor a Dios. No lo imponemos pero lo ofrecemos”, indica la Hna. Dolores.
En las tareas diarias de las Hermanas, también la misericordia es intrínseca a su carisma: “El Año de la Misericordia no sólo lo vivimos este año sino que, desde nuestros orígenes, ya se intentaba que las chicas que vivían aquí se encontraran como en su casa: que fueran acogidas, consoladas, y que no les faltara de nada”, explica la religiosa, que pide a los fieles oraciones por las vocaciones de la congregación.
Pero si algo quiere remarcar la Hna. Dolores, después de 23 años de experiencia en el Programa Maternoinfantil, es que tenemos que dar las gracias a Dios por lo que tenemos: “No todas las chicas vienen de la pobreza, algunas veces falla la pareja y se quedan sin nada”. Precisamente, valorar su situación actual es lo que hacen las residentes. “Mi hijo es un regalo. Antes no sabía qué era amor verdadero pero con mi hijo lo he descubierto. Es mi vida, mi felicidad”, se sincera Andrea mientras mira con ternura a su pequeño. Irene, por su parte, no puede evitar emocionarse: “La vida es maravillosa, es significativa. A veces dolorosa, pero en esos momentos tienes que pensar que siempre tienes a Dios de tu parte”.