Personas sin techo, ancianos sólo, refugiados, prisioneros y –sobre todo en África, América Latina y Asia -, niños que viven en la calle, además de las Escuelas de la Paz de Sant’Egidio, no han faltado a la
Comida de Navidad de este año. Por Nadal se hace fi
esta con ellos porque formamos parte de una única familia humana porque cómo ha subrayado el presidente de la
Comunitat de Santo’Egidio,
Marco Impagliazzo: “el mundo –tal como lo vemos a Sant’Egidio– es una fraternidad universal donde hay de haber lugar por todo el mundo, sobre todo por los más débiles y los más vulnerables”.
Origen de la Comida de Nadal
La tradición de la Comida de Nadal nació a Roma en 1982, a la basílica de Santa Maria in Trastevere. Este año la comida de Nadal ha reunido además de 200.000 personas pobres además de 70 países del mundo: desde Roma, hasta las prisiones del Mozambique donde se sirve la comida a los prisioneros, Yakarta, San Salvador, Maputo, Moscú, Nairobi, La Habana, pasando por Barcelona.
La Comida de este año con el arzobispo
En Barcelona se han reunido más de 1.200 personas a la basílica dels Sants Màrtirs Just i Pastor y en otros 7 lugares de la ciudad. La Basílica -donde había ancianos, refugiados, extranjeros, familias gitanas o sin techo- ha contado con la presencia del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella que ha compartido mesa con algunos grandes amigos de Sant’Egidio.
Más de 800 voluntarios, de todas las edades, han ayudado en la preparación durante los días previos a Nadal haciendo patentiza su solidaridad aportando un regalo, unos turrones, o preparando la comida, y el día 25 de diciembre, haciendo los últimos preparativos y sirviendo la comida. La comida también se ha celebrado otros lugares como Madrid, Manresa y en Tarragona.
Sant’Egidio, una gran familia
Este año la Navidad en Europa ha sido marcado por la crisis, pero sobre todo por la inseguridad que han creado los ataques terroristas de Berlin. La respuesta de Santo’Egidio ha sido preparar una comida de Nadal más grande y solidario, con gente diversa sentada a mesa. Una gran familia unida por el vínculo de la amistad con Santo’Egidio. Sentarse en una misma mesa gente diversa, de varias edades, procedencias, religiones y culturas es una manera humana y original de cultivar “el arte de convivir”, tan necesario en la sociedad. La mesa del mundo rico se alarga para todo el mundo con un signo de solidaridad y concordia. La diversidad es una riqueza: la de compartir y alegrarse con quién es diferente.
Este encuentro no es un hecho esporádico: todos los invitados han tenido su nombre a mesa y una historia que se comparte a lo largo del año a través de una relación de amistad personal. Cómo todo comer de familia ha acabado con un gran brindis, un regalo para cada cual. A mesa no ha faltado la típica escudilla, los canelons o el pollo asado, pero el más importante es que cada cual ha encontrado su nombre y sus amigos.
Font: Comunidad de Sant’Egidio