10 años entonando alto y claro por los derechos del inmigrante
La Plataforma de Entidades Cristianas con el Inmigrante celebra los primeros diez años de recorrido en Santa Maria del Pi, pidiendo más implicación por parte de la sociedad

Fue en Santa Maria del Pi donde hubo el famoso cierre de inmigrantes en 2001, en el que unas 350 personas de diferentes orígenes se cerraron para reclamar sus derechos. Hace diez años, nació la Plataforma de Entidades Cristianas con el Inmigrante, con el propósito de paliar esta situación, que en aquel tiempo fue en aumento y para velar por los derechos de estos recién llegados.
Colaboración
«El hecho de que hubiera estos encierros en algunas iglesias de Barcelona y que algunas entidades cristianas nos pronunciésemos , no siempre de una manera coincidente, nos llevó a decir, nos hemos de encontrar». Así fue el inicio de la Plataforma de Entidades Cristianas con el Inmigrante, según su coordinador, Eduard Ibáñez, director de Justicia y Paz. «Vimos que como iglesia teníamos una responsabilidad, y así nos empezamos a encontrar hasta hoy que hemos hecho mucho trabajo», añade.
Toda la labor realizada durante estos primeros años se recordó durante la celebración del 10º aniversario de la entidad, que organizó un acto en Santa Maria del Pí, con todas las más de veinte entidades que la configuran para reflexionar sobre lo vivido y el futuro que las espera . El encargado de abrir el acto fue Mn. Josep M. Jubany, delegado de pastoral social, que introdujo la oración inicial del acto, una oración centrada en la situación que sufren todos aquellos que abandonan sus hogares huyendo de la pobreza o el conflicto de sus países.
Pilares de Justicia
Eduard Ibáñez continuó, haciendo una retrospectiva de toda la labor realizada por parte de la entidad, que durante todo el recorrido hecho hasta ahora ha perseguido tres objetivos. Por un lado, crear en Barcelona una «red de solidaridad entre cristianos» para plantear los retos que plantea la inmigración. En segundo lugar, hacer reflexionar a la sociedad, y así llegar al tercer objetivo, de «ser una voz pública de Iglesia» especializada y representativa de la inmigración.
«Llevamos diez años de reflexión conjuntamente explica Ibáñez-, ante los retos del fenómeno migratorio y para valorar y hacer propuestas para que la sociedad sea más acogedora y más fraternal. Para defender el derecho a inmigrar, el de todas las personas a ser tratadas con dignidad y para exigir políticas que ataquen las causas que empujan a muchos a salir de sus países».
Abrir Europa
Aunque, según informó el coordinador, la llegada de gente ya no es tan elevada como en los primeros años de la entidad, la tarea aún continúa, hacia la situación de conflicto actual en el mundo, donde Europa debe saber responder. «Hay millones de personas que han salido de Siria y de muchos otros países que llaman a las puertas de Europa y de los países acomodados por ser acogidas huyendo de sus países en situación de conflicto». La entidad tal como dijo el director de Justicia y Paz tiene «la obligación de exigir a los poderes públicos y a la sociedad que sean hospitalarios con estas personas, en contra de estas políticas de fronteras que están llevando a la gente a morir en el intento».
Desde el corazón
El acto contó con la intervención de Mn. Gaspar Mora, teólogo y sacerdote de la diócesis de Sant Feliu, que reflexionó sobre la buena actitud cristiana según el Evangelio. Este planteó su intervención en torno al que Dios pide desde lo más profundo de la persona. Explicó que más allá de las palabras, lo que prevalece es el hacer, no anunció sino actuar para hacer un mundo justo. «Que es el corazón?», Preguntó Mora, a lo que respondió: «la actitud de la persona ante la vida. Según dijo,» hay hay dos lenguajes, el del corazón es el radical, el de Dios , que habla de la actitud del corazón y la realidad es tomar decisiones concretas y aquí está el desafío.
No a la nostalgia, sí al futuro
Mn. Jubany cerró el turno de las intervenciones planteando que no se trataba de mirar el pasado con nostalgia sino de mirar el futuro con fuerza y ​​decisión. En la misma línea, Ibáñez insistió en un futuro aún más activo para un «trabajo más importante de sensibilización y concienciación y de educación de las comunidades cristianas y la sociedad, para que haya una sociedad más acogedora y respetuosa de los derechos humanos.
Una coral de gospel entonó varias canciones donde todos se sumaron. Se marcaba un ritmo continuo como la labor de esta plataforma que tiene que mirar adelante y resonaba una voz clara, como el grito que la entidad hace hacia la justicia social para el inmigrante.